domingo, 5 de agosto de 2012

PONTE EL BAÑADOR

Mañana arrancamos semana y lo haremos con una nueva remesa de HISTORIAS DE.... en cuyo contenido variará ligeramente de estos últimos días... para desconjestionar un poco tantas historias de verano... Por ahora, PONTE EL BAÑADOR y disfruta de su historia. Desde el siglo XIX, los médicos recomendaron a sus pacientes la conveniencia de tomar baños, tanto en balnearios como en el mar, como remedio a ciertas enfermedades. No sólo se veía como eficaz remedio contra la meningitis, sino que se le atribuía efectos beneficiosos para erradicar la depresión y los males de amor. Los europeos empezaron a frecuentar de forma masiva las playas, hecho que hizo posible el desarrollo e impulso que tomó el ferrocarril. Pero era necesario crear una prenda específica para este tipo de actividad, entre terapéutica y lúdica: el bañador, ahora que las circunstancias permitían gozar de la playa no sólo a los ricos sino también al público general. Los trajes de baño siguieron al principio el mismo diseño que los de calle, en lo que se refiere al bañador de señoras. Era un atuendo complicado. Se trataba de un vestido de baño de franela, de corpiño ajustado y cuello alto; las mangas hasta el codo y la faldilla hasta las rodillas. Bajo tan severo equipo se vestían los pantalones bombachos, medias negras e incluso zapatillas de lona. Era claro que aquel traje nada tenía de atractivo ni práctico, y no difería mucho de la antigua costumbre de meterse en el agua, hombres y mujeres, completamente vestidos. Mediado el siglo XIX, hacia 1855, el periódico londinense The Times dedicaba varias columnas a mediar en la controversia suscitada en torno al escándalo que suponía el traje de baño. Terció en la polémica un tal doctor J. Henry Bennet, quien al regresar de unas vacaciones en Biarritz se mostraba entusiasmado por lo que había visto en aquellas playas, la novedad del traje de baño francés. Escribió: "Damas y caballeros visten trajes de baño con la misma naturalidad que se visten los vestidos de noche para ir a una soirée. El de las señoras consiste en una especie de calzón de lana y una blusa de color negro que les baja hasta más abajo de la rodilla, y se sujeta con cinturón de cuero. Los caballeros llevan una especie de traje de marinero listado". A partir de 1880 comenzó a utilizarse la llamada "máquina de baño", artefacto que se deslizaba, con la bañista dentro, provista del llamado capuchón de modestia, hacia el interior del mar mediante una rampa. Dentro de aquel cajón rodante se vestían y desvestían los bañistas. En vísperas de la primera guerra mundial empezó a ponerse de moda el bañador ceñido, de una sola pieza. Tenía mangas, estaba provisto de falda y llegaba hasta las rodillas. La prenda fue posible gracias a los experimentos textiles del danés Jantzen, apellido que luego se convirtió en sinónimo del bañador elástico por él diseñado y creado. Este bañador daría lugar, ya en 1930, al famoso dos piezas, bañador sinespalda, con tirantes muy delgados. Pero en el terreno de los bañadores, el gran salto se dió pasada la Segunda Guerra Mundial, en 1946. Aquel año, el diseñador francés Louis Réard preparaba en su taller parisino un particular pase de modelos. Se iba a presentar una novedad absoluta en el mundo del bañador femenino: el bikini. Por aquel tiempo, la prensa bombardeaba permanentemente con noticias realtivas a las pruebas y explosiones nucleares que se realizaban en el atolón del archipiélago de las islas Bikini, en el Pacífico. Réard convocó a su modelo, una bailarina profesional del Casino de París, Micheline Bernardini, ya que las modelos profesionales no habían querido presentar prenda tan descocada, y como le preguntara, previo al pase, cómo podrían llamar a la nueva prenda, la Bernardini contestó sin titubear: "Señor Réard, su bañador va a ser más explosivo que la bomba de Bikini". Réard quedó encantado con aquella ingeniosa salida de su improvisada modelo, y decidió presentar su bañador con aquel nombre que tan popular iba a hacerse poco después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario