MARCELINO
Marcelino fue el primer héroe del fútbol español. Su gol en la final de la Eurocopa de 1964 dio el primer título a la Roja. El mítico delantero todavía recuerda su gol al mítico Lev Yashin, pero también la influencia del contexto político sobre el fútbol y muchas anécdotas que comparte sin pelos en la lengua.
¿Que destacaría de la selección que se adjudicó la Eurocopa 64?
Éramos un conjunto con unas excelentes individualidades, pero como equipo dejábamos que desear porque jugando tres partidos en un año es imposible funcionar bien como colectivo. Pese a todo, era tanta nuestra calidad que resultaba complicado vencernos. Jugábamos con un gran espíritu ofensivo.
¿Existía una presión extra en la final por ser la Unión Soviética el rival?
Para los jugadores no existía ninguna, ya que no le dábamos ninguna importancia a la política y nos parecía un problema de los gobiernos. En cuanto a la presión por jugar una final, tengo que decir que los componentes de aquella selección eran unos cracks en sus equipos y les encantaba jugar ese tipo de partidos.
Resulta inevitable que nos comente la jugada del gol victorioso…
Cuando Pereda sale del regate pienso que es muy posible que el balón llegué cerca del primer palo y hasta allí me desplazo. Cuando veo como viene el centro realizo el escorzo con el cuerpo y cuando cabeceo ya intuyo que tiene muchas posibilidades de acabar en gol, puesto que logro colocarla donde quería. No fue el remate más difícil que realicé en mi carrera. Me alegro de los títulos de la selección actual porque mi gol ya se estaba quedando rancio.
¿Era Yashin tan bueno como decían?
La Araña Negra, Yashin, era ágil y pese a ser muy alto, paraba muy bien por abajo, pero creo que Iribar ha estado a su nivel. Para mí han sido los dos mejores porteros de la historia.
“A Di Stéfano le dije que él mandaba en el Madrid, pero que en la Selección debería hacerlo el seleccionador. En ese momento finalizó mi trato con él.”
¿Conserva la camiseta de aquel partido?
No tengo casi ningún objeto de mi época de jugador, nunca les di mayor importancia. La camiseta la tengo en casa. Durante mucho tiempo estuvo guardada en un armario. Un día la vio mi mujer, ya se estaba apolillando, y la recuperó.
Durante la final de la Eurocopa, el Zaragoza estaba concentrado en Barcelona para disputar una final de la Copa de Ferias. Tenía que ir allí al acabar el partido de Madrid junto con otros tres compañeros, pero desapareció y no supieron de usted hasta el día siguiente, cuando le vieron en televisión con el Marqués de Villaverde. ¿Es eso cierto?
Sí, es verdad. Me despisté un día en Madrid. Lo que sucedió es que necesitaba desconectar del fútbol porque llevaba sufriendo una concentración larga, de mes y medio, entre el Zaragoza y la selección. Realmente no hice nada malo. Fui a cenar con unos amigos y asistí a un concierto de Manolo Caracol.
¿A qué fue debido el fracaso del Mundial de 1966?
La concentración en Santiago de Compostela ya fue un desastre porque no paró de llover y en el campo de entrenamiento el barro te llegaba al tobillo. Estábamos allí para aclimatarnos al tiempo inglés y luego en Birmingham, durante el Mundial, no llovió. El mayor problema vino porque la selección que viajó a Inglaterra fue la del gobierno y no la de Villalonga, al que obligaron a convocar a determinados jugadores. Yo no quise ir, pero se presionó al Zaragoza para que estuviese. La selección vencedora de la Eurocopa hubiera tenido opciones de ganar el Mundial de 1966 pero el equipo que se llevó a esa cita fue el del gobierno.
¿Fue complicada la relación con Di Stefano?
Él era muy mandón en el Real Madrid. Cuando habló conmigo me comentó que en la selección, al jugarse el partido en el Bernabéu, se iba a jugar a su estilo. Le contesté que el mandaría en el Madrid, pero que yo lo hacía en el Zaragoza y que en la selección debería hacerlo el seleccionador. En ese momento finalizó mi trato con él. Su paso por la selección española no fue demasiado exitoso.
Consiguió 14 internacionalidades. ¿Cree que debieron ser más?
En un momento determinado de mi trayectoria hablé sobre la posibilidad de montar un sindicato de futbolistas para ayudar a los jugadores que no cobraban mucho y eso me mantuvo alejado del equipo nacional durante más de un año. Después el Zaragoza no quería que me revalorizase, puesto que no tenían intención de venderme, y hasta me daban regalos si alguna vez no iba a la selección.
Marcelino2
Se retiró poco antes de otro gran Zaragoza, el de los Zaraguayos.
Sí, tenía una pierna destrozada. Cuando me retiré, paré mi actividad y engordé, por lo menos, veinte kilos. Tuve que bajarlos de nuevo por mandato médico. El doctor me recomendó que aprovechara mi relación con el Zaragoza para seguir haciendo ejercicio. Los jueves jugaba el partidillo con ellos. En un momento en que la cosa no iba bien, Carriega, que era el entrenador, dijo que me fuera centrando en volver porque me querían hacer ficha. Le dije que era imposible, puesto que si forzaba un poco mi pierna se inflamaba.
¿Cómo se concretó su paso del Ferrol al Zaragoza?
Seguían con interés a mi compañero Suco. Jugamos un partido amistoso contra ellos en el que destaqué mucho y metí dos goles, por lo que también se fijaron en mí y me ficharon.
¿En Galicia jugaba de interior?
A mí me gustaba jugar por la banda derecha y tener espacios para desarrollar mi juego. Nunca me interesó ser delantero centro, ya que mi preferencia era dar asistencias a los compañeros, aunque he metido muchos goles e importantes. Con mi 1´71 de estatura no podía ir al choque y prefería tener a otro compañero de referencia por delante.
Aquel Zaragoza, conocido como el de los “Cinco magníficos”, le jugaba de tú a tú a cualquier conjunto, ¿Esperaba que ese equipo diera tanto rendimiento?
El equipo se fue formando poco a poco. Al principio me encontré con unos veteranos que mandaban mucho y jugaban un fútbol antiguo, de coraje y furia, mientras que a la gente más joven nos gustaba hacerlo al toque. Yo le dije al presidente Ferrer que jugando de la manera en que lo hacían no pintaba nada en el equipo y pedí rescindir el contrato, pero el dirigente optó por prescindir de Mundo, que era el técnico. Desde ese momento tuve bastante poder en el equipo. Cuando esa tendencia de jugar al toque se incorporó al juego, el Zaragoza dio un salto importante de calidad.
¿Cuál era la mejor virtud de aquel equipo?
Teníamos una gran capacidad para hacer goles. Era un estilo semejante al del actual Barcelona. Nuestra defensa estaba a un nivel inferior que los atacantes y por eso nos gustaba presionar en la delantera para que el contrario no pudiese salir con el balón controlado.
¿Que representó para el Zaragoza y sus jugadores alcanzar un título continental, al alzarse con la Copa de Ferias?
Fue importante, pero en aquellos momentos tenía más trascendencia una Copa de España, a la que se daba un gran valor. Nosotros no teníamos un banquillo de garantías como para disputarle la Liga a los grandes y siempre apostamos por las Copas y buscar nuestras opciones en las eliminatorias a doble partido. Ahí teníamos muchas más posibilidades de victoria. Por otra parte, ganar un título continental servía para demostrar que en España no había solo toros y sol, que también se contaba con grandes jugadores y significaba prestigio para un país que no era respetado por tener una dictadura.
“Yashin e Iríbar son los dos mejores porteros de la historia”
Fuisteis finalistas de Copa cuatro temporadas consecutivas y ganasteis dos de las finales.
Hubo una, la primera de ellas, disputada en el campo del Barcelona, que merecimos ganar. Si hubiese sido en un terreno neutral creo que estaría en las vitrinas del Zaragoza. Nuestro técnico, César, era muy barcelonista y días antes había fichado por los blaugranas. A mí hasta me quería dejar de suplente en la final. Ser tantas veces finalista demostró nuestra fortaleza en ese tipo de competiciones.
Se dice que el público de La Romareda no os perdonaba una a pesar de vuestros éxitos deportivos.
Eran muy exigentes. Yo creo que, hasta hace pocos años, era la afición más exigente de toda España. Se acostumbraron a ver un fútbol muy fluido, con muchos goles. Esa presión que se generaba en las gradas atenazaba en ocasiones al equipo y era necesario tener carácter para superarlo. Quizás esa incomprensión motivó que un jugadorazo como Lapetra se retirase con sólo 30 años.
¿Aquel fue el mejor Zaragoza de la historia o cree que os igualaron los ganadores de la Recopa?
Creo que nuestro Zaragoza quedó en la memoria y la historia del fútbol español, mientras que el dirigido por Víctor Fernández ganó títulos, pero su fútbol no es especialmente recordado y con esto no pretendo quitarle méritos a sus logros.
En aquella época el que tenía un millón de pesetas era considerado por la sociedad como un auténtico millonario y usted firmó un contrato por esa cantidad con el Zaragoza. ¿Se sentía realmente como un privilegiado?
La verdad es que no, aunque era mucho dinero. Mi primer contrato con los maños fue de 150.000 pesetas, pero realmente gané el doble al cobrar parte del traspaso. Llegué a tener una oferta de Italia mareante en el aspecto económico, puesto que triplicaba mi sueldo. El presidente Waldo Marco me dijo que era inasumible poder ofrecerme la misma cantidad y hasta me ofreció tener un porcentaje de su empresa para que me quedase. Finalmente opté por no moverme de Zaragoza, ya que estaba muy cómodo en esa ciudad y en el fútbol español. El calcio tiene otras características de juego, basado en el contragolpe, y no creo que, por mis condiciones de juego, me hubiera venido del todo bien jugar allí.
Su especialidad era el remate de cabeza. ¿Trabajó ese aspecto del juego en algún momento o en aquellos tiempos se daba todo por condiciones naturales?
Es algo innato que fui perfeccionando con el paso del tiempo. Tenía un gran salto y eso me ayudaba mucho. Lo más importante es el movimiento de cintura y después el giro de la cabeza. Con la cabeza colocas el esférico, pero el giro de la cintura es el que te permite rematar en las mejores condiciones posibles. A mí me gustaba colocar el balón abajo, ya que ahí es donde más daño le hace al portero.
¿Qué delanteros le han impresionado más por su juego aéreo?
Con el barcelonista César aprendí mucho. Luego está Santillana, que tenía una enorme capacidad para quedar suspendido en el aire, pero no poseía el juego de cintura de César. También podemos citar al húngaro Kocsis. Ahora existen muy buenos rematadores, pero no son geniales.