miércoles, 22 de agosto de 2012

AUTOBÚS: CONOCE SU HISTORIA

Post especialmente dedicado a mi amigo y compañero en radioraton.com Jorge, gran amante de este transporte. Los orígenes del transporte público datan del siglo XVII. Fue París la primera gran urbe europea en utilizarlo en 1662. Sin embargo, a pesar de la bondad de la idea, aquel sistema fracasó por incómodo y caro. Con el advenimiento del tranvía en 1775, parecía Que el problema de los desplazamientos dentro de las grandes ciudades iba a quedar superado. Pero fue el ómnibus del coronel Stanislas Baudry, en 1825, el medio más prometedor. Como era propietario de unos baños termales en la ciudad de Nantes, Baudry puso a disposición de sus clientes este medio de transporte, que partía del centro de la ciudad. Se trataba de un vehículo inspirado en las viejas diligencias, con capacidad para quince personas. El coronel no tardó en darse cuenta de que no sólo sus clientes de los baños lo utilizaban, sino que se montaban en él los vecinos de la ciudad que querían comunicarse con el extra-radio. Baudry amplió entonces el servicio, situando la terminal en frente de unos grandes almacenes cuyo rótulo era el siguiente texto latino: omnes omnibus, es decir, "hay de todo para todos". Al viejo coronel le gustó la idea del ómnibus, voz latina que significa "para todos", y se lo puso a su vehículo, destinado desde aquel momento a recoger a todo tipo de pasajeros, tanto clientes de sus baños termales como público en general. La idea fue llevada luego a Inglaterra, donde también fructificó, inaugurándose allí la primera línea en 1829. Dos años después del triunfo del ómnibus surgiría el autobús. Fue idea del inglés Walter Hancock. Se distinguía del ómnibus en que el autobús tenía motor a vapor, es decir: podía moverse por sí mismo, de ahí lo del afijo "auto". A título experimental fue puesto en funcionamiento, cubriendo la línea de la City londinense y la ciudad de Stratford. Su primer nombre no fue el de "bus" ni el de "autobus", sino el de Infant. Su éxito fue tal que no ha dejado de funcionar hasta nuestros días. Se le dotó de un motor de gasolina construido por la firma alemana Benz, y empezó a multiplicar el número de unidades a partir de 1895. Sólo tenía un pequeño inconveniente: el número de plazas era muy reducido, sólo seís, más dos conductores que como el cobrador iban en el exterior del vehículo, como si de una diligencia de la Wells Fargo se tratara. Así y todo, el autobús, abreviatura extrema de omnibus, más la palabra griega auto, que significa "capaz de moverse por sí mismo", se extendió al resto de Europa y del mundo. Eclipsó al tranvía, que se presentaba en el siglo XIX como remedio indiscutible, pasando incluso por encima del tranvía eléctrico. Sólo el sistema del metropolitano, en 1863, le había quitado clientela y futuro. Pero el autobús siempre tendría su público entre quienes no estaban dispuestos a hundirse en los túneles de la ciudad.

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