viernes, 17 de agosto de 2012

AGUA DE COLONIA

El agua de colonia es sin duda algo que refresca tanto en verano como en cualquier otra época del año. Un barbero italiano de origen español, Juan Bautista Farina, inventó hacia 1710 un perfume ligero cuyo aroma resultaba de gran novedad. Como el personaje en cuestión se había trasladado a Colonia en busca de fortuna, puso a su invento el nombre de aquella ciudad alemana famosa entonces por poseer en su catedral la tumba de los Reyes Magos, y después por la aromática agua. Sin embargo, no parece del todo clara la paternidad del invento. Se ha atribuido a otro italiano, un tal Paul de Feminis, quien la descubriría por casualidad en Milán, al mezclar distintas esencias oloríferas con alcohol. Feminis llamó a su invento "agua admirable". El personaje en cuestión, como Farina, se trasladaría a la ciudad alemana de Colonia, donde se sabe que murió sin hijos, y dejó, según esta teoría, el invento en herencia a su sobrino Juan Bautista o Juan María Farina. La fórmula, guardada al principio bajo riguroso secreto, era sencilla: mezclar una base de alcohol con esencias de romero, azahar, limón, naranja y aceite de lima aromática llamada bergamota. No tardó la mezcla en alzarse con fama y éxito clamoroso, sobre todo entre los soldados de guarnición en aquella ciudad durante la guerra llamada de los Siete Años. Aquellos soldados se llevaron a París el perfume de Farina, y poco después los miembros de la familia del inventor decidieron residenciarse en la capital del Sena, donde la fama de su producto les había precedido. Así fue como se inició, en Francia, la gran industria perfumera, base de la cual fue desde 1869 el agua de colonia. Muerto en 1766 Farina en la ciudad de Colonia, sus primos Armando Roger y Carlos Gallet, sucesores de León Collas y del hijo del inventor Juan María Farina, crearon en Francia la famosa firma que llevó su nombre, y empezaron a poner orden en el mercado de las esencias. Se comenzó a deslindar los conceptos de perfume, colonia y agua de tocador, que hasta entonces habían estado confundidos y revueltos. Se estableció que todo perfume debe llevar un 25% de aceites fragantes; el agua de tocador no debe tener más de un 5% de aceites esenciales; el agua de colonia, dilución alcoholica más débil, sólo debe tener el 3% de aceites fragantes, y el resto del compuesto sería alcohol etílico puro, con ausencia total de agua. Aquellas definiciones, todavía aplicables, supusieron gran novedad en su tiempo. Hoy sin embargo se permite que un perfume pueda llevar hasta el 42% de aceites preciosos. El mérito de introducir el perfume en la vida diaria, y de extenderlo y popularizarlo entre la masa, debe reconocérsele al viejo barbero hispano-italiano. Fue él, Farina, quien hizo posible la fabricación a gran escala de un producto exquisito cuya naturaleza misma parecía destinarlo al goce y disfrute de las minorías que el dinero y la sangre suelen seleccionar de caprichosa manera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario