viernes, 24 de agosto de 2012

ATAÚD Y SU HISTORIA

Los enterramientos más antiguos conocidos, en los que se procedía de una forma ceremonial, manipulándose al muerto, datan del cuarto milenio antes de Cristo. Hacia aquel tiempo, los sumerios amortajaban ya a sus difuntos, metiéndolos en cestos dejuncos trenzados. Y los textos antiguos dicen que lo hacían "movidos por el temor". El temor es una de las claves para entender este invento del ataúd, que no es sino un intento de hacer imposible el retorno del muerto. Así, no sorprende que la mayoría de los ritos y ceremonias funerarios tengan un origen común: el horror ante la eventualidad de que el espíritu del fallecido pudiera regresar al lugar donde había transcurrido su existencia. Ya el hombre primitivo había puesto todo su celo cuidando al máximo los detalles, temeroso de que cualquier error u omisión en el desarrollo de las pompas fúnebres pudiera luego perturbar la paz de los vivos. En los pueblos nor-europeos se tomaba medidas con los difuntos: se ataba el cuerpo después de decapitarlo y de amputarle los pies. Así pensaban que evitarían el que los muertos persiguieran a los vivos. A ese temor ancestral obedece, asimismo, la costumbre entre los pueblos mediterráneos antiguos de enterrar a los seres queridos lejos del poblado. Se pretendía engañar al difunto. Evitaban así que pudiera regresar al poblado. Para mejor asegurar este punto, daban varias vueltas por los alrededores para despistar al muerto. En muchas culturas antiguas se solía sacar el cadáver por la parte trasera de la casa, e incluso se llegaba a abrir un boquete en la pared por el que se sacaba el cuerpo del fallecido, orificio que era tapado inmediatamente después del entierro. De aquella manera el difunto no sería nunca capaz de volver a su antiguo hogar. El ataúd tiene su origen en estos antiguos temores. Es cierto que la costumbre de enterrar al difunto bajo metro y medio de tierra podía ser suficiente, pero para mayor seguridad se tomó la precaución de encerrarlo en una caja de madera, y clavar la tapa. Los arqueólogos aseguran que el número de clavos que se ponía era a menudo exagerado. Y no contentos con estas precauciones, se cegaba la entrada de la tumba, o se la cubría con una pesadísima losa, origen de la lápida. Aunque el Cristianismo, y anteriormente la tradición judía, veía con buenos ojos la visita a los cementerios, la mayoría de los pueblos antiguos jamás osaban acercarse al lugar del eterno reposo, en parte por un temor irracional a ser arrastrados al mundo de ultratumba. El temor a la muerte fue el origen del luto. En la tradición occidental se representó siempre con el color negro. Era una forma de mantenerse vigilantes durante los primeros meses, considerados los más peligrosos. Con el luto se pretendía evitar que el alma del muerto penetrara en el cuerpo de los familiares vivos: era un intento de borrar la propia imagen para despistar al alma en pena. Tras el fallecimiento del marido, la viuda lloraba desconsoladamente sobre su ataúd, y tras el "plancto" se revestía de un largo velo negro. No lo hacía por respeto al difunto, sino por miedo al espíritu merodeador del esposo. El velo era una máscara o disfraz protector. Entre algunos pueblos primitivos, el luto se expresa mediante el color blanco, embadurnándose con yeso todo el cuerpo. Pretendían disfrazarse de espíritus, desorientando así a los posibles intrusos del mundo del más allá. En la antigua Roma se enterraba a los difuntos al atardecer, guiados por un propósito muy concreto: despistar al muerto. Llevaban antorchas, y cuando llegaban al cementerio ya había anochecido del todo. Asociaban el fuego con la muerte: de hecho, la palabra "funeral" viene de la voz latina "funus", que significa "tea encendida". Todos estos pueblos introducían los cuerpos en un ataúd, palabra de origen árabe que significa caja. En cuanto a la voz de origen griego, "sarcófago", cuyo significado etimológico es el de "comedor de carne", remite a un mundo distinto al nuestro, ya que aunque la palabra es griega, el uso del sarcófago pertenece al pueblo egipcio, que no creía en la vuelta de los muertos, por estar convencidos de que éstos continuaban su vida normal instalados en el otro lado de la consciencia. Ningún pueblo de la Historia ha concedido a la muerte una mayor trascendencia. Por eso, para ellos, el sarcófago, la muerte, el enterramiento, no eran sino el principio de una vida definitiva. Hoy, nuestra sensibilidad ha cambiado tanto al respecto, que contemplamos otras formas y otras posibilidades para deshacernos de los restos mortales. Como si tanto la vida como la muerte hubieran perdido la solemnidad que tuvo antaño.

2 comentarios:

  1. cuales son los simbolos que tiene esta texto

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  2. cuales son los simbolos del texto ( El Ataúd ) y cuales son sus significado?

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