miércoles, 25 de julio de 2012
AUDIOLECTURA
En la localidad bonaerense de Villa Martelli, Carlos Lima Coimbra sostiene
sin ayuda oficial o empresarial el Centro Iberoamericano Cultural de Audio
Lectura y Educación (Cicale). Allí almacena una biblioteca con alrededor de
3600 audiolibros destinados principalmente a lectores marginales, como
ciegos y discapacitados.
CARLOS LIMA COIMBRA quisiera poner a disposición de todos los 3600 títulos
de su colección.
De una vida normal directo al infierno y de allí al Purgatorio hasta quién
sabe cuándo. En esos términos dantescos Carlos Lima Coimbra define su
destino de ceguera. Desde hace seis años convive con una enfermedad
inmunológica irreversible que redujo drásticamente su capacidad visual.
Llegó a perder la totalidad de la visión, aunque ahora pudo recuperar
parcialmente la de su ojo izquierdo. Lector compulsivo, lo primero que pensó
por esos días oscuros de 2004 fue cómo salvaguardar el refugio de la
literatura. Pero fue recién cuando sumó 500 audiolibros en su biblioteca que
decidió compartirlos. Para eso formó el Centro Iberoamericano Cultural de
Audio Lectura y Educación (Cicale) http://www.cicale.org.ar/ , la ONG donde
llegó a almacenar alrededor de 3600 audio y videolibros.
A pesar de que tiene audiolectores en todo el país, que gratuitamente envían
y reciben textos en cds y Mp3, y que desde el año pasado provee un servicio
a escuelas del partido de Vicente López, no recibe un peso del Estado
nacional, provincial o municipal. A puro pulmón, empuja el sueño de esta
particular biblioteca en su casa de Villa Martelli, junto a la directora
administrativa Adriana M. Nos chese, el director institucional Luis Sánchez
Trucido y el apoyo de su familia.
El audiolibro es un mercado desarrollo y en constante crecimiento en Estados
Unidos, el Reino Unido y Alemania. En Argentina, en cambio, casi todas las
editoriales que se animaron al formato antes de la revolución del Mp3
quebraron en poco tiempo.
Con el pasar del tiempo Lima Coimbra descubrió que los audiolibros no eran
sólo una posibilidad para que las personas con discapacidades visuales,
motrices o neurológicas pudieran seguir disfrutando de la literatura.
También, encontró que podía mejorar las condiciones de las personas con
síndrome de Down, autismo, Parkinson, dislexia, y también de los enfermos
terminales. Los audiolibros son además otro soporte para los lectores
autodenominados normales.
"Parece simple. Nosotros proveemos a escuelas con una computadora, un disco
rígido con archivos. Con nuestro método el cuento del Principito está
musicalizado, con efectos sonoros y con una voz profesional, además de la
posibilidad de la repetición, pausar, etc.", explica el hacedor de este
milagro, que se ampara en la ley 26285 de propiedad intelectual que
contempla una exención de los derechos de autor para personas ciegas y con
otras discapacidades perceptivas.
"Comenzamos con muy pocos títulos y fuimos creciendo en calidad y material.
Los socios son muy agradecidos", explica la directora Noschese cuando repasa
los cinco años de esta biblioteca única en el país. Las bibliotecas
oficiales para ciegos y discapacitados tienen un crecimiento irregular, que
siempre reacciona tarde a la aparición de las nuevas tecnologías. El
crecimiento de los costos de la edición en braille condena casi siempre a
los lectores a perderse de cualquier novedad editorial de los últimos
cuarenta años.
Otras experiencias como Tiflolibros, la primera Biblioteca Digital para
Ciegos de Habla Hispana, han demostrado la posibilidad de conformar nuevos
espacios de lectura. Sin embargo, la voz electrónica de esos libros no se
compara con la locución profesional de los contenidos del Cicale y mucho
menos con los textos leídos por el propio Borges, Cortázar y tantos otros
escritores consagrados.
Lima Coimbra no oculta su ambición altruista de seguir creciendo y ayudando
a un universo marginado de lectores. Si por él fuera -dice- subiría a
Internet los 3600 títulos que guarda en su casa. El costo de un servidor y
de una plataforma con la capacidad suficiente para soportar tamaña
biblioteca, acotado para cualquier organismo gubernamental es demasiado alto
para Lima Coimbra. Un pecado. Un pecado argentino.
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