martes, 28 de febrero de 2012

TESTIMONIO

Testimonio en el juicio por el plan sistemático de robo de bebés

ESMA: Las mujeres embarazadas también eran sometidas a torturas
Publicado el 18 de Octubre de 2011

Por
Gerardo Aranguren

La sobreviviente de la ESMA Sara Solarz de Osatinsky declaró ayer en el juicio oral por el plan sistemático de Robo de Bebés como testigo del nacimiento
de la actual diputada Victoria Donda. Por videoconferencia desde Suiza, la mujer recordó la convivencia con varias mujeres embarazadas en ese centro de
detención clandestino.
La testigo fue secuestrada el 14 de mayo de 1977 por el Grupo de Tareas 3.3.2 y trasladada a la ESMA, donde permaneció cautiva más de un año y fue víctima
de salvajes torturas. En 1979 fue liberada junto a otras detenidas y desde Ginebra denunció los delitos cometidos en ESMA y las apropiaciones de los niños
nacidos en cautiverio.
La sobreviviente relató cómo Hilda "Cori" Pérez de Donda dio a luz en cautiverio a "una nena que quería que se llame Victoria". Contó que la mujer no recibía
mejores tratos que el resto de los cautivos a pesar de su avanzado embarazo y que los tormentos solamente eran interrumpidos para que el médico militar
les diese el visto bueno de que podían continuar.
Por el caso de Donda también declaró desde Suiza Rubén Delfor Galucci, quien compartió cautiverio con 'Cori' en la Comisaría 3º de Castelar, donde funcionó
un centro clandestino de detención de la Fuerza Aérea. "A Cori la torturaban como a cualquier detenido y no recibía raciones especiales de comida, que
era muy pobre y escasa. Pero siempre había algún compañero que le daba un poco de su ración", recordó el testigo.
Aseguró que la madre de Victoria Donda ya sabía que daría a luz en la "Sardá por izquierda", como se conocía la maternidad clandestina de la ESMA porque
se lo habían contado un par de represores entre risas en un simulacro de fusilamiento. El testigo también recordó que tuvo varios compañeros de cautiverio
como Osvaldo Fraga y José Luis Isla, que habían sido secuestrados junto a sus hijos y después habían perdido contacto con ellos por lo que los represores
los utilizaban para torturarlos psicológicamente. "En cautiverio siempre sentían la desesperación por que los utilizaban como presión en las torturas porque
ninguno de los compañeros tenía noción de lo que les había pasado a sus hijos. Les decían que habían abandonado a sus hijos y que se los habían dado a
familias cristianas", explicó. <

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