jueves, 28 de junio de 2012

TERMÓMETRO Y SU HISTORIA

En estos días en los que por España estamos atravesando la priera ola de calor, hoy os quiero hablar de la historia de el termómetro. En la Alejandría antigua, ciudad de cultura griega hasta los primeros siglos de nuestra Era, se sabía que el aire se dilataba al ser calentado. Y hacia los primeros años de la Era Cristiana, el sabio Filón de Bizancio construyó lo que él llamó "termoscopio", artilugio similar al termómetro de Galileo. Pero fue este sabio del siglo XVI el primero en colocar una escala graduada junto a un tubito de cristal, en 1592. Aquel mecanismo o artefacto no tardó en convertirse en un instrumento científico importante, ya que por primera vez era posible distinguir entre temperatura y calor. De hecho, el estudio del calor como una forma de energía dependía de aquella diferenciación. Un amigo de Galileo, el doctor Sanctorius, inventor de un aparato para medir el pulso, concibió asimismo el primer termómetro clínico. Fijándose en los descubrimientos de su amigo, hizo circular por el interior del tubito de cristal en vez de aire o gas, que es lo que circulaba por el interior del aparatito de Galileo, agua coloreada, y utilizó el artilugio como medio de tomar la temperatura a sus pacientes. El aire, al ser calentado, elevaba, dilatándose, el líquido introducido en el tubo, y así sabía el curioso doctor los grados de calor del enfermo, quien sostenía en su boca una ampolla, final del recorrido de un serpentín de vidrio. Era el año 1611, y Sanctorius, alborozado por la utilidad de su invento pasaba horas y horas viendo subir y bajar el nivel del agua entintada según la temperatura fuera alta o baja. Pero este termómetro tenía el gran inconveniente de ser un circuito abierto, lo que le restaba alguna eficacia. Fue al gran duque de Toscana, Fernando II, a quien se le ocurriría cerrarlo o sellarlo, y quien sustituyó el agua por alcohol. En 1641 encargó al esmaltador Mariani la confección de varios modelos. En 1715 el físico alemán Daniel Gabriel Fahrenheit sustituyó el alcohol empleado en sus tubos por Fernando II, y en su lugar puso mercurio, con lo que mejoró el termómetro, al ampliar sus posibilidades. Introdujo también una escala nueva que iba más allá de las necesidades reales del aparato, por lo que en 1741 el sueco Andrés Celsius construyó un termómetro de mayor fiabilidad. Utilizaba también el mercurio, pero la escala era del cero al cien. Coetáneamente, el francés Jean Pierre Christian conseguía un termómetro similar, aunque en escala ascendente. En cuanto a lo demás, éste sería el termómetro definitivo, empleado en casi todos los paises del mundo, una vez incorporadas las mejoras consistentes en un tubito de cristal con depósito de mercurio, y la varilla graduada, introducida en 1867 por el inglés Allbutt. Desde entonces pocas mejoras ha habido para hacerlo más eficaz, ya que las modernas innovaciones afectan sólo a la comodidad de su uso y lectura. Ejemplo de esto último es el termómetro bucal desechable, inventado por el norteamericano doctor Weinstein.

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