martes, 19 de junio de 2012

GUÍA DE ESQUÍ ALPINO PARA CIEGOS

«El guía sabe que la carrera no es suya» Yolanda Zubigaray Guía de esquí alpino para deficientes visuales Parejas guipuzcoanas en la élite del esquí para deficientes visuales e invidentes: José Ignacio Martiarena con Yolanda y Asier Mujika con Maialen de Miguel Una promesa en Lasarte: Enara Campos, 8 años, lista a comerse el mundo y... la nieve Yolanda hace casi todas las cosas que la mayoría de los otros humanos ni siquiera sospechan que se pueden hacer. Aparte de esquiar, esquiar y esquiar y ser guía de esquí alpino para deficientes visuales e invidentes en competición, preside el club de waterpolo Donosti y se encarga, dentro de Auzolagun, la guardería y el comedor de los pequeños del colegio San Ignacio. Pero aquella tarde de viernes mayormente hablamos de que su pareja de esquí, Jose Ignacio Martiarena, tiene cita con la gloria el 13 y el 14 de febrero en Cerlet. Se disputa el II Campeonato de Euskadi de Esquí Adaptado y una de las pruebas puntúa para el de España. -Cuéntanos el chiste del B1 y el B2 pero comentemos primero qué significan esas letras y números -En la categoría BI entran los ciegos totales. En la B2 aquellos que conservan cierto resto visual. En la B3 aquellos esquiadores cuyo resto visual es mayor. Si alguien que en realidad pertenece a la B2 o B3 prefiere inscribirse en la B1 tendrá que competir con gafas negras que le impidan totalmente la visión. Es muy fuerte pero a veces notas que tu esquiador ya no se tira hacia adelante sino que echa el cuerpo atrás, defendiéndose.Acaso es porque nota que está perdiendo su resto de visión... Por otro lado, en el primer contacto con los esquiadores los guías les preguntamos cuánto ven y cómo. -¿Qué significa eso de 'cómo ven'? - Muy sencillo: algunos ven como si tuvieran un tubo antes los ojos. Otros ven 'en donuts' - ¿En redondo? - Sí pero algunos sólo ven el agujero del donuts y los demás, la parte de fuera. Hay quien tiene que doblar la cabeza para ver porque su resto de visión es lateral. Todo eso es fundamental a la hora de plantear los entrenamientos, la carrera misma, la postura del cuerpo, todo... - Correcto. Ahora, el chiste. -Un B2 (con algo de visión) le dice a un B1(invidente total) antes de empezar la competición: «No sé cómo te atreves a lanzarte pista abajo sin ver absolutamente nada», a lo que el ciego le responde: «Menos me explico yo que tú lo hagas, tú que ves por dónde bajamos». - Gentes duras los esquiadores con deficiencia visual o ceguera. - No te imaginas cuánto. Ni tampoco la sensación tan maravillosa que experimentan cuando se dan cuenta de que están esquiando solos, de que sienten la velocidad, el viento, la carrera, la libertad, el dominio de los esquíes. - ¿Solos? ¿Y entonces los guías? - El guía hace la trazada pero va delante del esquiador ciego o deficiente visual. No puede tocarle, no puede ayudarle. Nos guíamos por la voz. Llevamos altavoces por medio de los cuales gritamos, animamos, marcamos el camino, advertimos de los obstáculos. Es fundamental que estemos bien 'enganchados'. Pero enganchados en la distancia. No podemos separarno en exceso. No podemos perder la distancia exacta. Y cuando se pierde hay que intentar recuperarla. Si el esquiador cae, el guía no puede ayudarle con las manos, con el cuerpo. Sí con la palabra para devolverle al trazado. Ahora, claro está, si un esquí ha volado, probablemente la carrera está perdida porque yo no puedo recogérselo. - ¿Y si quien cae es el guía? - Pues lo más probable es que le haya hecho perder la carrera al esquiador. A no ser que pueda gritarle que le espere, detenga el descenso o lo ralentice y tú te logres ponerte de pie y retomar la trazada. - Entonces, ¿la carrera la ganan o pierden siempre los dos? - Sí y no, no y sí. El guía también sube al podio pero la carrera es del esquiador. El secreto de una buena pareja en competición es que la confianza debe de ser absoluta. Increíble. Total. Los dos deben conocerse perfectamente y no dudar jamás. En cuanto el guía nota que su esquiador busca por su cuenta y riesgo las banderas que señalan la pista, malo. Eso es síntoma de que en algún momento de la bajada ha sentido miedo, desconfianza, se ha atorado o ha perdido el enganche de la distancia correcta. - ¿El guía llega a imaginar cómo podría ser esa prueba para él/ella si no estuviara trazando para otro? - Nunca diría yo. Sabemos perfectamente que no es nuestra carrera sino la de ellos. En realidad es que no nos imaginamos ese trazado, ese descenso, esa prueba, esa pista, sin el otro, sin nuestro compañero. La pensamos para él y con él. - Así contado parece una fábula pero supongo que un esquiador con deficiencias visuales o ciego se llevará más de un susto. - Sobre todo cuando entrenamos en pistas abiertas al público. Aunque llevamos petos de la ONCE, nuestra gran aliada, la gente se nos cruza o pasa rozándonos. Y nuestros esquiadores se ponen muy tensos porque oyen que los otros se acercan. No los ven pero sienten que vienen a toda velocidad.

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