miércoles, 9 de marzo de 2011
PRIMER DÍA
Tengo las manos heladas y apenas puedo distinguir las monedas que los clientes me dan. Los productos colgados al cuello sujetos por unas pinzas se mueven violentamente por el aire frío que ajita los papeles que marchan sin rumbo fijo por la calle.
Los pies apenas se sienten a mediodía por las horas que llevan aguantando el frío y por las horas que llevan aguantando mi peso sin moverse del sitio.
Por fortuna, la radio en mis bolsillos es mi compañera en la primera mañana de trabajo como vendedor de cupones ayer Martes 8 de Marzo de 2011.
La máquina que tengo guardada en la mochila de trabajo para facilitarme el trabajo a la hora de pagar premios, devolver cupones o sacar números, está ansiosa por trabajar en las obligaciones para las que fué creada.
Ojalá los casi 5 millones de personas que están en el paro, puedan algún día cercano, experimentar la sensación que yo viví a las 9:45 del pasado lunes. Boli en mano, firmaba mi contrato lavoral. Sentado en una silla de color rojo oscuro, y una administrativa ante mí, leyéndome mi contrato, derechos y obligaciones.
Agradezco desde estas líneas, el apoyo e interés prestado por todas aquellas personas que conocían mi situación económica y que hasta el mísmo primer día de trabajo, me han seguido apoyando con actos para ellos, insignificantes pero para mí, muy gratos.
9 de la mañana, de una mañana muy fría en Madrid. En concreto, en Navalcarnero localidad destinada a mis funciones de agente vendedor de cupón de la once.
A las puertas de ahorramás, una cadena de supermercados muy importante, me verás con los productos de la ONCE la casa que me vió nacer, crecer y que hoy puedo decir emocionado, me brinda la oportunidad de trabajar.
Puede que critique internamente los derechos que están reduciendo a sus afiliados, puede que critique su gestión, puede que critique el bombardeo constante que los clientes padecen con los productos. Pero he de agradecer a esta entidad que me brinda la ocasión de trabajar, prestó el material con el que estudié, los centros adaptados y modernos preparados para los estudiantes que en las ciudades más importantes de España posee la organización, las vecas que obtuve para así ayudarme en los estudios...
Tengo 12 meses por delante (tiempo por el que firmé el contrato) para que se me cansen los pies, se me congelen las manos, se me pongan las orejas rojas del frío, mojarme, sudar por el calor... pero seguiré el camino que muchos españoles no pueden caminar: el camino del trabajo.
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