Llevaba tres años en tinieblas. Una granada en Basora (Irak) en
2007 le dejó completamente ciego. Craig Lundberg, soldado del Segundo
Batallón del Regimiento de The Duke of Lancaster (del Reino Unido),
sobrevivió a la explosión, aunque perdió el ojo izquierdo y el derecho quedó
dañado irremediablemente. Pero esta semana ha recuperado la esperanza. Ha
visto luz, literalmente, entre tanta sombra. Un dispositivo en
desarrollo -el BrainPort- le permite distinguir formas gracias a que
convierte las señales visuales en eléctricas.
A sus 24 años, Lundberg ha sido elegido por el Ministerio de Defensa del
Reino Unido para probar la nueva tecnología, que podría revolucionar el
tratamiento de la ceguera. Para ello, el joven, fan del fútbol (y en
concreto del Liverpool), ha viajado a Pittsburgh (EEUU), donde ha aprendido
a manejarlo.
El invento se basa en el principio de sustitución de sentidos -en el que un
sentido puede ser reemplazado por otro-. En este caso, los receptores
sensitivos de la lengua hacen las funciones de los fotorreceptores de los
ojos. ¿Cómo? A través de unas gafas de sol que llevan instalada una cámara.
Ésta va conectada a un aparato que convierte estas imágenes en estímulos
eléctricos y los pasa a la lengua a través de un tubo de plástico que
finaliza en una especie de 'piruleta' llena de microelectrodos.
La diferente intensidad que se siente en la lengua -como un hormigueo- se
corresponde con el negro, el blanco y el gris de las imágenes, lo que
permite al afectado percibir la luz y la oscuridad y visualizar en el
cerebro la forma de los objetos que tiene delante. También percibe algo de
perspectiva y de profundidad.
Parece ciencia ficción, pero funciona, tal y como ha demostrado el propio
Lundbergh, que fue capaz de leer la palabra 'cat' (gato en inglés) de un
folio situado a un metro de distancia y de sortear algunos obstáculos en un
circuito. "Es la primera vez desde el accidente de Irak que puedo hacer
esto", explicó orgulloso el soldado. "Soy realista. Sé que no me va a
devolver la visión, pero es lo que más se acerca", añadió.
De momento, es sólo un prototipo, pero "el potencial que tiene para cambiar
mi vida es enorme", señala Craig Lundberg, que a pesar de su minusvalía ha
escalado el Kilimanjaro, ha corrido la maratón de Londres y juega en el
equipo inglés para ciegos.
El dispositivo que ha probado el británico, que afirma que se siente como si
tuviera "una batería en la boca o un caramelo de pica-pica", consta de 400
puntos que envían información a la lengua. Sin embargo, los diseñadores
pretenden ampliarlo hasta los 4.000 sensores, lo que permitirá mejorar la
calidad y claridad de las imágenes. Asimismo, mientras se usa el BrainPort
no se puede ni hablar ni comer, porque el tubo de la lengua lo impide. Pero
la idea es crear un producto más pequeño que permita al afectado tenerlo
permanentemente entre los dientes y que posibilite hacer otras cosas.
Pero pese a la inestimable ayuda del BrainPort, Craig Lundbergh reconoce que
no prescindirá jamás de su perro Hugo, que le ha guiado durante todo este
tiempo y que lo seguirá haciendo.
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