martes, 3 de enero de 2012

2 PERROS GUIA

Sunnee permane inmóvil en la vereda. A veces mira a su alrededor con
curiosidad, pero nada logra distraerla completamente. Siempre se mantiene
atenta a las indicaciones de su amo, Alberto Calcagno, quien, con unos
lentes de sol negros, mira a través de los ojos de su compañera. “Mirá qué
divina, qué bien se porta”, “qué buena perra”. La gente que, fugazmente,
comparte esa misma cuadra con Sunnee, no puede evitar maravillarse del
comportamiento ejemplar de la labradora negra.

Cuando Calcagno toma el arnés y la correa, ella sabe que es momento de
trabajar. “No me toquen, estoy trabajando”, dice un cartel amarillo que
lleva encima del lomo. Calcagno le indica adónde ir y ella lo guía. “Left,
Sunnee, left”. Nacida y criada en Michigan, Estados Unidos, la labradora
sólo entiende inglés. Las palabras en español la hacen levantar la cabeza y
las orejas, pero no la motivan a acción alguna. Es una de los dos perros
guía para no videntes, provenientes de Estados Unidos, que hay en Uruguay.
Hasta hace un par de años, no se sabía qué era un “perro guía” o
“lazarillo”, por lo cual, cuando Calcagno se quedó ciego hace 9 años por una
degeneración progresiva de la retina, las opciones se terminaban en el
bastón blanco.

Sin embargo, afuera había más posibilidades. Calcagno se puso en contacto
con Leader Dogs For The Blind (Perros líderes para los ciegos), organización
de Rochester, Michigan, que tiene un programa de perros guía para personas
ciegas. Sólo se requiere tener más de 16 años, ceguera legal, la capacidad
para caminar varias cuadras y enviar un video en el que se demuestren las
habilidades motoras. Calcagno cumplía con todos los requisitos. Así que en
2008 logró viajar a Estados Unidos por casi un mes, tiempo durante el cual
se analizó su compatibilidad con el perro y, a su regreso a Montevideo, ya
llevaba a Sunnee a su lado. Sin embargo, la preparación del animal comenzó
mucho antes.

Como cualquier otro perro guía, fue entrenada desde los 60 días de vida y
convivió con una familia durante un año para aprender a adecuarse a las
costumbres básicas de un hogar. Luego, fue examinada para comprobarse sus
aptitudes para la tarea y fue sujeta a un adiestramiento específico de 6 a 8
meses. Al año y medio de entrenamiento, los no videntes se trasladan hacia
la escuela y se analizan sus costumbres diarias y sus características
físicas, como la rapidez del paso y el ritmo, para adjudicarles el perro que
más se adecée a ellos.

Cuando Calcagno sale a la calle, es incontable la cantidad de gente que gira
la cabeza y lo mira a él o a Sunnee con aire inquisidor. A pesar de que hace
tres años que Calcagno se maneja por la ciudad con su labradora, sigue
llamando la atención de los demás. Son tan sólo dos las personas que, en
Uruguay, cuentan con un perro de asistencia: Calcagno y Álvaro Ganduglia.

“Generalmente la gente actúa natural cuando me ven con Sunnee. Cuando entro
en algunos lugares me preguntan por ella, pero nunca me dicen que no”, dice
Calcagno. A pesar de que en Uruguay y en Montevideo esté reglamentada la
posibilidad de ingresar a lugares con perros de asistencia, aún existe mucha
gente que desconoce esa posibilidad. Y hay personas que pueden llegar a
detener a Calcagno y a su compañera cuando quieran entrar a algún lugar.
“Hemos conseguido mucho”, expresó al referirse a los logros de Fundappas.
Leyes, decretos, subvenciones, convenios. No obstante, considera que la
accesibilidad en Uruguay sigue siendo “caótica”. Mencionó edificios con
puertas giratorias, en los que es casi imposible manejarse, para una persona
ciega, como para otra con cualquier discapacidad. Incluso relató que,
durante el entrenamiento de Sunnee, solicitó específicamente que supiera
subir escaleras porque en Uruguay son muy pocas las escaleras que tienen
pasamanos.

Dos años antes de recibir a la labradora, Calcagno había creado Fundappas
con el propósito de llevar adelante la cría y entrenamiento de perros guía
en Uruguay en el futuro.

La escuela aún no se encuentra completamente desarrollada y está en
conversaciones con el Ministerio de Desarrollo Social para obtener un
edificio donde realizar sus actividades y, así, no tener que costear la
edificación de la escuela.

“Si nos dan el visto bueno, este año ya empezarían a venir los primeros
cachorros”, anunció Calcagno. Los perros, en el caso de Fundappas, serán
importados para asegurar ejemplares puros que no tengan las patologías
clásicas de las razas y que tengan buen carácter y temperamento. Se planea
traer seis perros reproductores y diez cachorros que servirán como
lazarillos, y serán donados por distintas escuelas del mundo.

No obstante, Fundappas no es el único organismo que busca cumplir con estos
objetivos. La Asociación Uruguaya de Perros de Asistencia para Ciegos
(AUPAC), fundada en 2008, pretende cumplir las mismas metas, pero a nivel
nacional.

Sergio Pérez, secretario general de AUPAC, señaló a El Observador que a
partir del 6 de febrero se realizarán cursos técnicos para entrenadores de
perros lazarillos a cargo de instructores uruguayos, entrenados localmente
con apoyo de organismos estadounidenses.

También se disponen a la crianza de perros uruguayos, para asegurar menos
costos. Ya cuentan con tres perros que esperan adjudicar a no videntes en el
mes de marzo.

El entrenamiento de los instructores especializados no sólo radica en
enseñarle al perro a comportarse e instruirle algunos comandos. Los
aprendices deben pasar por una orientación de movilidad, en la que, con los
ojos tapados, aprenden a comportarse como una persona ciega. Sólo de esta
manera, indica Pérez, es posible que verdaderamente se percaten de que, para
los no videntes, se trata de seguir al perro, y no viceversa. Deben
enseñarle a marcar cordones de la vereda, a avisar cuando viene el ómnibus,
a pararse ante obstáculos y buscar escaleras y ascensores.

Nada puede ser dejado al azar, ni siquiera la raza del animal. Se eligen
específicamente labradores y golden retriever debido a su temperamento.
“Tienen el perfil ideal”, expresó Pérez. Están dispuestos a trabajar, a
colaborar, y son vivaces y asistentes. Incluso se debe tener en cuenta las
características del futuro dueño, determinando si es apto para dejarse
guiar. Además de ser un individuo de baja o nula visión, debe ser una
persona con buena orientación y movilidad. Calcagno agregó un punto
elemental: la relación del can con su dueño y la familia de éste. Sunnee,
por ejemplo, “se saca el arnés y la correa y se convierte en la mascota de
la casa, la compañera de juegos de mi nieta”. A pesar de que guíe, se
detenga ante cualquier columna, obvie a los demás perros que se cruzan por
su camino y haga oídos sordos a cualquier orden que no sea la de Calcagno,
Sunnee sigue siendo, en el fondo, un perro más.

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