viernes, 8 de octubre de 2010
ASÍ SE VIVE EN EL CIRCO DEL SOL
¿rise de copas? ¿estudiar? ¿leer un gran libro? ¿ir de compras? ¿cuál es tu plan para este fin de semana? Te recomiendo yo hoy uno si me lo permites. Ir a ver el gran espectáculo del circo del sol. Y si sirve de aliciente, hoy te cuento como viven. Están en Madrid hasta el próximo domingo.
Llega a Madrid con 'Saltimbanco'
50 artistas de 21 países conviven en una gira que está viajando por Europa
Tienen dos días de descanso a la semana, que aprovechan para hacer turismo
Les acompañan fisioterapeutas, entrenadores, planchadoras y 'pintazapatos'
"Mi trabajo consiste en hacer de papá y mamá de estos 50 artistas que están muy lejos de su casa". Esta broma de Bruce Mathers, director artístico de Saltimbanco, resume lo que significa el Circo del Sol: una comunidad de cientos de personas que recorren el mundo dando espectáculo y que se levantan, trabajan, comen y duermen juntas.
Mucho se ha hablado de la calidad de sus shows –casi 100 millones de personas han estado en alguno de ellos desde que empezaron en 1984-, pero ¿cómo es la vida dentro de la compañía? La llegada del elenco de Saltimbanco a la capital –estarán en el Palacio de los Deportes hasta el 10 de octubre- es una buena excusa para averiguarlo.
"¡Esto es como una familia y no puedes elegir a tus parientes! Cada uno tiene su grupito de amigos, algunos están en pareja, intentas llevar una vida normal", Luis López
Luis López es uno de los 'elegidos'. Llegó al Circo del Sol hace 25 años y ha hecho de todo en él –entrenador y encargado de casting, entre otras tareas- hasta que, hace tres años, se subió al escenario como especialista en boleadoras, una danza tradicional argentina y allí se quedó. Se levanta cada mañana temprano, en un hotel de una ciudad distinta. De ahí, parte hacia el centro en el que esté instalada la 'carpa'. Y comienza la rutina: concentración, entrenamiento, vestuario, maquillaje…
"Las jornadas son muy largas y muy exigentes porque tienes que concentrarte para la función de la noche, pero también tenemos días libres. Dos a la semana", cuenta. Es entonces cuando aprovecha para el ocio, siempre con los compañeros del circo. Qué remedio. "¡Esto es como una familia, no puedes elegir a tus parientes! –bromea- pero cada uno tiene su grupito de amigos, algunos están en pareja, intentas llevar una vida más o menos normal. Nosotros siempre nos juntamos los latinos y salimos por ahí a conocer las ciudades y relacionarnos con otra gente, si no, sería muy duro".
Convivencias por comunidades
Uno de esos latinos de los que habla es Martín Pons, también argentino, y uno de los clowns de Saltimbanco. "Llegué a la compañía a finales de 2008, después de una larga espera. Hice el primer casting en 1999 y no me cogieron. Después, en 2005, me dijeron que daba el perfil para un papel, pero sólo me llamarían si renunciaba el actor". Y renunció. Martín siempre había trabajado en cosas relacionadas con el teatro y los espectáculos infantiles. Pero nada tan grande como una compañía que tiene 4.000 empleados por todo el mundo y más de 1000 artistas.
"Incluso en los camerinos nos agrupamos por comunidades. Es más fácil por el idioma, ¡imagínate para comunicarnos con los ucranianos y los rusos!", añade. Y es que en el elenco hay artistas de 21 países distintos y aunque intentan comunicarse en inglés, no siempre lo consiguen.
Jornadas al gusto del consumidor
Oliver Renaud es parte del sector canadiense –Circe du Soleil nació en Québec-. Sus músculos delatan sus seis horas de entrenamiento diario. En un descanso de los ensayos, y mientras sus compañeros le reclaman a gritos, y en francés, para que vuelva a la pista, cuenta que él era deportista profesional en Montreal cuando le ofrecieron sumarse durante seis meses a la compañía. No lo dudó. Y en ella sigue. A pesar de los viajes, y los madrugones y el no saber en qué ciudad te encuentras…
"Es imposible que estás personas se tengan más confianza sobre el escenario. ¡No pueden conocerse más de lo que lo hacen!", Bruce Mathers
El director artístico, Bruce Mathers, se encarga de dar forma a este galimatías. A sus órdenes trabajan dos fisioterapeutas –a los que se suma un médico local en cada gira-, el jefe de vestuario –este show cuenta con más de 1.200 trajes hechos a medida en el cuartel general de Québec-, varios entrenadores, un regidor... En cada país se suman además entrenadores de pilates, planchadoras para los trajes –viajan con sus propias lavadoras- , parte del equipo técnico, incluso hay una mujer procedente de Las Vegas que se encarga cada día de pintar los más de 200 zapatos que se utilizan en la función. Es el submundo que esconde el circo.
Martín Pons explica que cada artista ordena el día en función de sus necesidades. Por ejemplo, en maquillaje –se maquillan a sí mismo- pueden emplear cerca de una hora y media, luego tienen que calcular el tiempo de ensayo, de preparación y de comida, por lo que cada uno organiza la jornada a su gusto. Pero siempre juntos, bajo el techo que acoja en ese momento el espectáculo. Juntos van al recinto, juntos ensayan, juntos comen, juntos cogen el autocar de vuelta. Juntos, junto, juntos.
Para Bruce Mathers la convivencia hasta la saturación es un hábito indispensable. "Sobre el escenario la confianza en el otro es fundamental porque en cierta manera ponen la vida en sus manos. Es imposible que estás personas se tengan más confianza, ¡no pueden conocerse más de lo que lo hacen!". Las piruetas imposibles que están ensayando en el centro de la cancha dan fe de sus palabras.
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'Saltimbanco' del Circo del Sol estará en el Palacio de Deportes de la Comunidad hasta el 10 de octubre. 21.30 horas.
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