martes, 22 de mayo de 2012
LA CUCHARA Y SU HISTORIA
A diferencia del cuchillo, utensilio que tiene tras de sí casi un millón de años, la cuchara aparece en la Historia en época relativamente tardía. Ello ha sido así debido a que se trata de un objeto no carente de alguna sofisticación. La cuchara nace con la vida sedentaria una vez el hombre descubrió las ventajas de la agricultura y el pastoreo. Es un artículo civilizado. Se trata de cucharas de boca ancha, a modo de escudillas provistas de mango largo y puntiagudo que servía a su vez para trinchar la carne. Era en el fondo una cuchara- tenedor-cuchillo, pues tenía en uno los tres usos importantes de la mesa.
No obstante el hecho de haberse encontrado en yacimientos arqueológicos cucharas que datan del Neolítico, hace veinte mil años, fueron los egipcios quienes, generalizaron su uso. En sus tumbas han sido encontradas cucharas de marfil, de piedra, de madera e incluso de oro. El pueblo egipcio dio importancia a la cuchara. Se elaboraron pequeñas obras de arte en este campo, ya que los mangos servían como soporte para esculpir en ellos pequeñas esculturas, como muestran algunos ejemplares hallados en Tebas, con la figura de la diosa Isis, entre otras divinidades.
Los griegos de las clases pudientes utilizaron cucharas de oro, de plata e incluso de marfil, mientras el puéblo llano las utilizaba de bronce, o tallaba en madera sus enormes cucharas soperas. También los griegos labraron en sus mangos bellas esculturas que daban realce al humilde utensilio. Y en cuanto a los romanos, más prácticos, dieron a la cuchara un uso adicional, al fabricarlas con mangos puntiagudos que funcionaban como primitivos tenedores, ideales para comer marisco o romper el cascarón de los huevos.
La cuchara medieval era de hueso, a veces incluso de hueso humano, caso de ciertas cucharas halladas en la Europa del Este. También se elaboraban a partir del estaño, sin que faltasen las cucharas de plata o las cucharas-joya, labradas en oro. Durante el siglo XV se pusieron de moda las cucharas "del Apóstol", de plata, con la figura del santo patrón de la persona que la utilizaba, que no tardó en convertirse en el regalo ideal para los recien-nacidos.
En tiempos de Cervantes se hablaba de cuchara o de "cuchar", pero la etimología de la palabra remite a la voz latina cochlear empleada para referirse al cucharón, palabra que recordaba el uso antiguo que tuvieron las conchas de mar, utilizadas como cucharas. Entre las gentes del campo era frecuente hacerlas de pan, y con ellas comían las lentejas, los garbanzos o las habas. Terminada la comida se comían la cuchara, ya reblandecida y empapada. De ahí el dicho: "Dure lo que dure, como cuchara de pan", con lo que se quería dar a entender lo breve de una situación, o lo poco que duran las cosas en la vida.
A lo largo del siglo XVIII abundaron las cucharas de plata en las casas de la burguesía y de la nobleza. En España, la ciudad especializada en este tipo de artículos suntuarios fue Reus. Y en Gerona, la industria de la cuchara fue particularmente pujante, sobre todo las cucharas de madera de brezo y de boj. También las había de asta de buey, aunque éstas alcanzaban precios muy altos.
Hoy nos parece normal, cuando nos invitan a comer, ver desplegados sobre la mesa cuchara, tenedor y cuchillo, sin embargo, esta costumbre es relativamente reciente. Hace sólo doscientos años el invitado tenía que llevar consigo sus propios cubiertos. Así, cuando la gente viajaba llevaba consigo su propia cuchara, tenedor y cuchillo, teniendo un criado especializado al cargo del ajuar de mesa.
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