lunes, 30 de mayo de 2011

VALLENAS


Majestuosas, hipnotizantes, enternecedoras. Ver a las ballenas deslizarse
por el mar es uno de los espectáculos más hermosos y sobrecogedores que se
pueden contemplar. Su proceso reproductivo ayuda a comprender sus
comportamientos y organización social, y descubre algunos datos
sorprendentes sobre estos enormes mamíferos, desde que los machos de la
ballena jorobada rondan (canciones incluidas) a sus parejas hasta que los
testículos de la ballena franca pueden llegar a pesar 900 kilos, el
equivalente aproximado a un coche tipo Seat Ibiza.

El cortejo, por lo general -hay más de 80 especies de cetáceos-, se realiza
en aguas templadas y consiste en pequeños contactos o caricias con las
aletas. Puede incluir también la emisión de sonidos, según explica Santiago
Lensa, investigador del Centro Oceanográfico de Vigo, del Instituto Español
de Oceanografía (IEO). "En algunas especies se ha documentado una estrategia
violenta anterior al apareamiento". Igual que el niño que le pega a la niña
que le gusta en el parvulario.

"Las ballenas son promiscuas", sentencia Lensa. Llegan a la madurez sexual,
dependiendo de la especie, entre los tres y los diez años, como en el caso
del cachalote. La cópula dura apenas unos segundos. Un aquí te pillo aquí te
mato que se produce en posición lateral o vertical. "En algunos acuarios se
ha observado la repetición de la cópula en el espacio de media hora", añade
el investigador.

El tamaño de los testículos de las ballenas es mayor al que se supondría por
sus dimensiones corporales. Una desproporción que se debería, según Lensa, a
la selección evolutiva: "A la competición espermática, entre machos".
Algunas especies llegan a expulsar 1.500 litros de esperma al año. Pero la
que gana la competición es la ballena franca, que es el mamífero con los
testículos más grandes. Ellas pueden llegar a pesar 94 toneladas y su
aparato reproductor, 900 kilos, lo mismo que un coche pequeño.

Bebés de siete kilos

Una vez producida la cópula llega la gestación, que tiene una duración muy
diferente según el tipo de ballena del que se trate y que va de los nueve
meses (como los humanos) a los 16 (como el rinoceronte). Las ballenas suelen
tener un solo ballenato por parto y, como algunas viven 15 años y otras
hasta 90, pueden dar a luz entre 6 y 15 crías dependiendo de la especie.

Lens apunta que "se ha sugerido" que la acumulación de policloruro de
bifenilo (PCB) en los mares puede deteriorar el ciclo reproductivo de los
cetáceos porque disminuye el nivel de testosterona. El PCB está considerado
por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) como
uno de los 12 productos más contaminantes fabricados por el ser humano.
Actualmente su uso está prohibido en casi todo el mundo. Pero durante
décadas fue utilizado en el sector agroquímico y su mayor fabricante a
escala mundial ha sido la empresa Monsanto. De cualquier forma, como subraya
el investigador del IEO, "los estudios patológicos no son concluyentes".

Los neonatos son "bastante grandes". El más pequeño es el de la marsopa, que
mide 70 cm (casi un tercio más que un bebé humano), y el más grande el de la
ballena azul, que llega a los 7 metros. Como el resto de los mamíferos, son
lactantes. "La relación madre-cría suele ser más duradera entre los cetáceos
con dientes u odontocetos, al estar más desarrolladas las pautas sociales
entre ellos, que entre las ballena con barbas", apunta Lens.

El biólogo cuenta que los cachalotes, por ejemplo, protegen a sus crías de
los ataques de los predadores formando un círculo alrededor de ellas, con
las cabezas de los adultos hacia el centro, en una estrategia bautizada como
formación en margarita.

Otras, como las orcas mantienen una relación con sus crías durante toda la
vida, como muchos progenitores españoles en la actualidad. Vamos, que
permanecen bajo el ala (en esta caso aleta) de papá y mamá para siempre.

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