sábado, 6 de octubre de 2012

SEDANTES

Entrada 949 y hoy la dedicamos ha recordar lo que este verano hemos estado haciendo en el blog. Hablar de historias de objetos. Hoy navegando en mi ámplio archivo he encontrado una historia de algo que me quedó pendiente. Los sedantes. Yo los aplicaría a determinadas personas pero como este no es el fín, sepamos para qué es entónces. A la primera preocupación del hombre, quitarse el dolor, cuya historia es en buena medida la historia de la Medicina, siguió la de calmarse por dentro: sedarse. La ansiedad ha acompañado al hombre desde los comienzos de la Historia, con sus secuelas de insomnios, depresiones, agitación interior y tristeza. El hombre antiguo no fue inmune a las perturbaciones del espíritu, y también buscó remedio a ellas. Los sedantes, aquellas substancias Que ayudan a "asentar" al hombre, fueron conocidos desde antiguo. Los primeros sedantes conocidos contaban, entre sus ingredientes principales, con la manzana y la orina humana. De hecho, los barbitúricos derivan su nombre del de una enfermera de Munich, Bárbara, quien facilitó la orina para los primeros sedantes experimentales. Fue en Alemania, hacia el año 1860, cuando empezó a experimentarse con los primeros sedantes de laboratorio. Cinco años más tarde, el químico Adolfo Baeyer creía que el ácido de la manzana -de ahí que se llame ácido málico- combinado con la urea producía cierto sopor y somnolencia. El producto en cuestión se reveló como un extraordinario calmante de la ansiedad y el insomnio, e incluso servía para combatir los estados mánico-depresivos, ya que inducía a estados de euforia positiva. A pesar de la aceptación general de este producto, su introducción en el mercado fue lenta. Desde los experimentos de Baeyer hasta la comercialización del producto transcurrieron varias décadas. Se siguió investigando, depurándose los ingredientes iniciales, hasta que en los primeros años del siglo XX aparecería el barbital, primer eslabón en una cadena de medicamentos sedativos de muy diferente gradación. Drogas como el nembutal o el seconal se convirtieron en palabras de uso generalizado, creándose un extendido comercio en torno a estos medicamentos que combatían la angustia vital, enfermedad de moda entre los intelectuales del momento. Los "barbiturados" de principios de siglo actuaban mediante cierta interferencia de los impulsos nerviosos del cerebro, con lo que se lograba estados de calma. Pero fueron los insomnes quienes usaron y abusaron de esta droga, positiva si se vigilaba su uso, y muy negativa y peligrosa cuando se tomaba sin discreción, ya que podía crear adicciones físicas. En 1933, las investigaciones en el campo de la sedación, descubrieron un nuevo remedio, no barbitúrico, conocido como benzodiacepina, que no tardó en llegar al mercado bajo distintos nombres comerciales. Al principio no llamó la atención, ya que se seguía confiando en los barbitúricos como remedio e ficaz y de escasa capacidad adictiva; pero hacia la década de los 1950 la opinión médica cambió. Los experimentos mostraron que la benzodiacepina era un poderoso somnífero que, a su vez, anulaba la agresividad. En la década siguiente estos tranquilizantes menores, como se los denominó, se convirtieron en los números uno de los recetarios médicos americanos, y la toma de sedantes se convirtió en uno de los hábitos más extendidos en la cultura occidental.

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