jueves, 6 de noviembre de 2025

VISITA AL NUEVO SAN MAMÉS

De todos es conocido mi cariño al Athletic club de Bilbao desde hace años. En concreto desde pequeño. Una historia de amor que a todos sorprende puesto que vivo en la Comunidad de Madrid. No es la primera vez que hablo de mis visitas a San Mamés, la última y primera, fue en 2013 con mi hermano. Aquella odisea la podéis leer en post pasados. Un viaje desastroso ya que no pudimos conseguir entradas y sólo pudimos ver los últimos 15 minutos ante el Valencia. Me acuerdo perfectamente de aquella entrada épica ya que según puse el pié en el graderío (el de seguridad nos dejó pasar) con el gol del Athletic, la explosión, el sonido envolvente, el olor a césped... todo fue tan especial, tan bonito que lo vivido los primeros minutos de no poder entrar, se desvaneció con la alegría de aquél momento que ha día de hoy sigo saboreando. Esta vez no iba a ser así ya que llevaba desde meses atrás preparando el viaje. Hotel, entrada, comida, transporte. Y justo en febrero de 2023 conseguí un viaje inolvidable. Comenzaría mi viaje el viernes por la tarde tras salir de trabajar. El punto de partida sería Madrid Chamartín hoy bautizada como "Chamartín Clara Campoamor" me esperaría algo más de 5 horas de viaje. Libros, música y móvil cargado al máximo para amenizar el largo viaje. El suabe traqueteo del tren mecía mi impaciencia por llegar y poder conocer al fin "La catedral del fútbol español". Me armé de paciencia y con los auriculares escuchando algún libro veía pasar pueblos, ciudades, montañas. Un precioso paisaje del norte de España. Las horas de luz pronto acabaron y nos sumergimos en la oscuridad. Y por fin, llegué a Bilbao. Bilbao me recibió de noche, con una temperatura preprimaveral. Una noche agradable con olores apetecibles para llenar el estómago pero tomé un taxi hacia el hotel. Gran hotel por cierto cerca de los jardines de Albia, cerca de la ría dónde pasaría un par de días cómodamente y disfrutando también de su spa. Cené algo una vez instalado y tras una reconfortante ducha, dormí. Madrugué aquella mañána con la firme idea de hacer turismo por la zona ya que el partido sería en domingo. Tras un suculento desayuno, dí un paseo por las cercanías del hotel y pude admirar la belleza de los jardines de Albia que tanta fama tenían, la zona de la ría y alguna iglesia cercana. Tras mi sesión de spa, continué por las calles de Bilbao sin rumbo fijo y deseando que llegara la tarde para poder visitar el tour de San Mamés. Recorrí la Gran Vía de Bilbao con sus tiendas luminosas, la gran avenida, el tráfico propio de un sábado por la mañana y tras comprar algo de recuerdo y un cupón de la ONCE no sólo para el fin de semana si no el extra, me encontré con una chabalería con un chándal azul de la marca HUMELL. El susto fue tremendo ya que era idéntico a los del Móstoles CF. Yo me pregunté en aquél entónces ¿qué hacían chabales del Móstoles por aquí? ¿cómo es que no me habían avisado? tras disipar la duda, vi con algo de alivio que se trataba de un equipo de fútbol sala local y me metí en ese pabellón (no se cuál era) y pude ver unos instantes de ese deporte que tanto me gustaba hacía años. Pues llegó en ese entónces, la hora de comer y cómo no, una comida típica vasca tras tomar unos Pinxos, ese chuletón... aún paladeo sus jugos, su olor, su textura, su color... !cómo se come en Bilbao! Cogí el tranvía (por cierto no me gusta ese invento) que me acercó a la zona de San Mamés. y tras unos edificios, pude dislumbrar la imagen del impactante estadio, paso a paso, metro a metro se hacía más grande la mole de hormigón y hierros elegantemente formados con el impresionante escudo del Athletic en una pantalla gigante. Mi primera vez en el nuevo San Mamés, cada vez más cerca, respiraba agitado de los nervios. No me lo podía creer. Estaba cumpliendo mi sueño, estaba temblando de notar sólo su mera presencia ante mí. Y por fin, mi sueño se hacía realidad. La distancia más corta, mi mano se aproxima a la pared cómo la primera vez en el otro San Mamés, y toqué el muro, ese muro que respiraba fútbol, sentimiento y pasión y esa sensación se introdujo en mí por mis dedos que tocaban la rugosidad de aquella maravilla arquitectónica, de sentimientos y emociones. Como faltaba aún media hora para el inicio del tour, bajé unas escaleras y pude encontrar unas casitas bajas, típicas de pescadores, se mezclaba el Bilbao moderno y el más tradicional en apenas unos metros. Al llegar a la ría, cuál fue mi sorpresa que me encontré con la famosa Gabarra esperando vieja y oxidada nuevos títulos que no tardarían en llegar. Para mí fue una sensación de emoción ver aquella barquita y recordar vídeos visto surcar la ría con los jugadores encima, mostrando a la afición el título conseguido. Algo único en el mundo, como el equipo.
Respirando aún emocionado de estar tan cerca, me aproximé a la puerta del tour, inmediatamente después de la de prensa y mi cabeza en ocasiones infantíl, se vió entrando por aquel lugar para narrar o fotografiar un partido. Pero volví a la realidad y pasé a aquél lugar que poco después me dejaría boquiabierto. Ya sólo la entrada por aquél pasillo de colores rojiblancos con luces led, sonido de la afición y el himno de fondo, era espectacular, sonido ambiente tremendo. Fuí guiado a la planta de abajo dónde la guía nos esperaba (había más gente dispuesta ha hacer el tour) y tras comentar los inicios del equipo y algunos datos de interés, empezamos a visitar estancias dónde pudimos ver las equipaciones primeras, los balónes con los que se jugaban, fotos de jugadores históricos del club, acompañados con sonidos y vídeos recreando grandes gestas deportivas capaces de emocionar al más puro amante del fútbol. La sala de trofeos, la precede un impresionante león disecado, regalo de un presidente del Club Deportivo Alavés allá por el año 1984 tras una apuesta del presidente albiazul. Me quedé marabillado lo imponente de aquél animal, su melena, sus zarpas, ciertamente daba respeto al verlo allí, inmóbil viendo pasar la historia gloriosa del equipo bilbaino. Ya en la sala de trofeos, pude admirar las impresionantes y relucientes copas y trofeos de torneos varios conseguidos no sólo por la primera plantilla si no del resto de secciones y categorías del club. Destacar las "24 copas del rey por aquél entónces, aún no habíamos conquistado la última" aonque la Federación otorgase 23 ya que una de las conseguidas la logró el Basconia, club filial del conjunto bilbaino por lo que la polémica está servida. Para mí son 25, pero es una opinión personal y con eso me quedo. Más copas, más fotos, más detalles, y tras el museo, vendría una de las partes fuertes del tour. La zona mixta dónde las televisiones y radios se colocan para poder tener unas entrevistas con jugadores y directivos, interesante sin más. Luego pasamos a la sala de prensa con la mesa dónde se dan la previa o post partidos, nos pudimos hacer fotos en la misma silla dónde se sientan los protagonistas y nos enseñaron como era la distribución y cómo se colocaba la prensa. Primero fotografos, luego radios y medios escritos y al final en un estrado, las cámaras de televisión. Seguimos por las entrañas de esa auténtica pasada con los fuertes colores rojos y por fin, VESTUARIO LOCAL. Pudimos ver en primera persona y sentarnos en los mismos sitios de los ídolos, tenían su equipación preparada para el partido de mañana. Pude ver el sitio del capi Iker Muniaín con un montón de vírgenes y santos, la de los wiliams, la del gran Unai. La zona de duchas a la que evidentemente no se podía acceder, las neveras. Todo ordenado y clasificado pulcramente.
Seguimos avanzando por los imponentes pasillos que llevan a la salida de vestuarios. Ahí se me hace un nude en la garganta y subiendo esos escalones, se atisva el verde del césped, el graderío vacío rojo con un imponente león de fondo, símbolo del club por dónde mires. Y al salir, miro al cielo nublado y me siento tan pequeño, tan diminuto que creo sentir que alguien me indica que por favor siga avanzando. Ahí me detuve inmóbil, sorprendido. El busto de Pichichi al lado del banquillo local, dónde los equipos que visitan por primera vez el estadio, depositan un ramo de flores. Un gesto que hoy en día, y por muy sorprendente que parezca, se sigue haciendo y que da ese aire puro de fútbol de verdad. Sin tantos millones, tantos focos, tanto glamour. Y es que la filosofía del Athletic, para muchos discutida, otros admiradas y los más respetada, sólo se nutre de jugadores de su cantera y de su provincia al igual que las limitrofes como Navarra o La Rioja. Lamentablemente y como bien se supondrá no pudimos pisar el césped, sólo la parte trasera dónde se ponen los cámaras y dimos una vuelta de 180 grados pudiendo ver el estadio desde abajo y en todas las dimensiones. Volvimos al interior del mismo y pudimos visitar el palco presidencial, butacas premium y unas vistas inmejorables. Luego de ver el resto de palcos privados de empresas y particulares, el grandioso bar y las salas dónde se radian los partidos, el tour finalizaba a las puertas de la tienda para llevarnos un recuerdo. Cómo quedaba tiempo suficiente antes de cerrar el estadio, nos dejaron recorrer sólos los puntos que más nos hubiese gustado, ahí puse a trabajar mi móvil poniendo a prueba su cámara e inmortalizando todo lo que más me sorprendió entre otros detalles, el propio león, las vistas del palco o la sala de prensa. Me resistía a irme, quería quedarme a vivir en el estadio, trabajar en el estadio, dormir en el estadio... pero no pudo ser. Me entretuve aún en la tienda mirando todos los artículos y cómo no, comprando lo que mi economía me permitió ya que este tipo de tiendas, suelen ser unos precios tremendamente elevados. Al salir, el olor a mar me sorprendió y alguna gaviota despistada me descolocó. Bilbao no era una ciudad maritima pero si portuaria. Al irme en dirección al hotel, miré nuevamente para atrás, como para retener la imagen del estadio y me fue imposible irme de la zona. Tenía que verlo nuevamente desde fuera por los cuatro costados desde fuera !ILUMINADO! Otra nueva locura, otra verdadera obra de arte. Pues tal es así, que cené en el bar que está en la parte trasera del estadio su famoso bocadillo de tortilla de patata. El bar, otro lugar de culto y sorprendente.
Por fin llegó el día del partido y el día en el que tendría que decir adiós a Bilbao. Me levanté temprano llevado por la emoción del partido (y eso que era a las 14:00h). Desayuné espectacularmente y dí un nuevo y último paseo por los jardines y me despedí de aquél rinconcito de la ría. Y tras dejar las cosas en las taquillas de la estación de San Mamés, regresé a mi particular templo de culto. El colorido ambiente me recibió en la calle y los primeros cánticos de la animosa afición te hace entrar desde mucho antes en el partido. Los bares llenos, los grupos de cuadrillas reunidas, los padres con sus hijos, los abuelos con sus nietos, sentimiento rojiblanco que pasa de generación en generación. Grandes y pequeños con la bufanda al cuello, zamarra en ristre, banderolas, un espectáculo increible. Decir que junto con el estadio del Cádiz, (un día haré un post sobre los estadios que he visitado) ES EL CAMPO CON MÁS CAMISETAS DE UN MISCO EQUIPO QUE HE VISTO.
Tras disfrutar del ambiente previo, pasé al estadio y nuevamente me invadió la emoción, el sentimiento. Como un niño paladeando un caramelo me encontraba viendo pasar el gentío, el calentamiento (estaba en la fila 8) y cuando me quise dar cuenta, el atronador himno resonó por la megafonía, la gente en pie, tifo preparado, la megafonía calla y el himno suena a capela y es en ese momento cuando se me saltan unas lágrimas de emoción. Lo que había visto durante años por televisión, ahí estaba yo viviéndolo en primera persona. Empieza el partido, los goles, las jugadas, las paradas, los cánticos, la desesperación por que no salen las cosas y la derrota. 2-3. Partido vibrante, intenso. Los 90 minutos más cortos de mi vida. Ya había terminado todo. No podía ser. Tanto tiempo luchando, ahorrando para ir y que rápido se pasa. Cuando salía por la puerta y la gente hablaba para quedar para el próximo partido en casa, yo me juré que no sería la última vez que visitaría San Mamés y así fue, hubo una segunda vez. Fue la temporada siguiente y esta vez con victoria. Pero eso es otra historia.